EDUCAR CON VALORES
“eres tan grande como quieras ser”
Néstor Ovalle
En la antigüedad los grandes maestros tomaban a sus discípulos, y estos a su vez dejaban atrás sus familias, ya que convivían con el maestro. El aprendizaje no se estancaba en un lote de conocimientos sino además consistía en un estilo de vida así fue como por ejemplo Alejandro Magno recibió parte de su conocimiento de Aristóteles, este a su vez recibió conocimientos de Platón, este ultimo por su parte fue alumno de Sócrates. Y también tenemos el ejemplo del gran maestro Jesús el cual sus discípulos convivían con el aprendiendo de este.
En la actualidad no se enseña un estilo de vida en colegios y escuelas es un lote de conocimientos. Esto genera en muchas ocasiones niños y jóvenes que no encuentran un sentido a la vida ni interés por esta llevando estas situaciones a la edad adulta y viviendo una vida por monotonía sin deseo, y en ocasiones otros pagan estas facturas, hijos, esposo, esposa, compañeros de trabajo, vecinos, etc. Y dejando por un lado nuestro real objetivo en este planeta el cual es lograr un grado de plenitud, de excelencia, de crecimiento, es un proceso vivo y constante.
Cuando nacemos recibimos conocimientos básicos de nuestros padres o encargados, pero además se heredan buenos y malos hábitos creando un circulo vicioso del cual si no se tiene visión no se sale.
Jerarquía de valores
Debemos analizar la naturaleza humana. Descubrimos en el hombre tres dimensiones. La primera, relativa al cuerpo material, es la dimensión orgánica o biológica. La segunda y la tercera dimensión son relativas al alma: la dimensión racional o lógica y la dimensión moral o ética. A partir de aquí podemos discernir los tipos de valores.
Pongamos en el centro los valores intelectuales o espirituales. Éstos se mueven a la búsqueda de la verdad (valores teóricos, propio del entendimiento especulativo que ordena las ciencias) o del bien (valores prácticos) o de la belleza (valores técnicos, en cuanto que la razón técnica obra sobre la naturaleza mediante las artes, los oficios, etc.).
Ascendamos ahora en la escala de valores. ¿Qué ocurre si el hombre, en vez de trabajar sobre la naturaleza externa (la construcción de una casa, la elaboración de una pintura) obra sobre sí mismo para obtener su perfección? Es la búsqueda del bien en la propia naturaleza humana, la razón obra sobre sí misma para gobernar sus tendencias. Estamos ante los valores morales. Para cuyo ejercicio nos servimos de las virtudes morales: humildad, prudencia, justicia, fortaleza y templanza entre otros. Un paso más en la escala nos lleva a la cima, los valores espirituales.
Descendamos ahora un escalón desde los valores intelectuales. Nos encontramos con el hombre que se relaciona con otros hombres. Aparecen aquí los valores sociales y políticos. Un paso más abajo nos lleva a los valores vitales, el encuentro del hombre con su vida orgánica. Y finalmente, en el último grado, hallamos la relación que tiene el hombre con las cosas materiales, es decir, los valores materiales o económicos.
Por tanto, empezando con los valores supremos, la jerarquía de valores quedaría así: espirituales, morales, intelectuales, sociales y políticos, vitales y materiales. Somos conscientes que nuestra sociedad actual ha invertido la escala de valores, ya no tienen prioridad los valores espirituales y morales. Parece que nuestro mundo prefiere los valores económicos y vitales. ¿No advertimos cómo se cultiva el cuerpo, cómo se busca la salud, como un fin, sin preocuparse de la educación moral, de la conciencia, del sentido espiritual? ¿No acapara hoy la economía todas las dimensiones del hombre? Hasta se piensa que hay calidad en la educación simplemente porque se invierte mucho en ella, porque se gasta mucho dinero. Los valores materiales no son malos, el problema es que no son los primeros; uno se preocupa más por tener un buen carro o el celular que esta de moda que por tener una voluntad recia o una ardiente fe para soportar el sufrimiento y las adversidades de la vida.
Debemos trabajar por ser hombres y mujeres de bien, felices y realizadores obras buenas. Culpar la buena o mala educación recibida por nuestras familias o maestros es una irresponsabilidad. Todos tenemos la responsabilidad de crecer también en espíritu, es tu responsabilidad ser grande, es tu decisión ser malo, o mejor aun, es tu decisión ser útil, bueno y exitoso.
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